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¿Es confiable el Nuevo Testamento?



Como cualquier libro antiguo, el Nuevo Testamento (en adelante "NT") tiene un costado extraño. Relata hechos inusuales y costumbres infrecuentes. Naturalmente, esto plantea el siguiente interrogante: ¿hasta qué punto podemos confiar en lo que dice? Estos seis factores corroboran su confiablidad.


1. Los libros del NT fueron reconocidos después de una cuidadosa selección.


Este proceso se extendió desde el siglo I hasta el IV. Los factores que aceleraron su integración fueron el uso de las Escrituras en la adoración, el surgimiento de falsas doctrinas (lo cual requería que se identificaran los textos válidos) y la persecución (que exigía la quema de los libros sagrados… ¡por lo tanto, era necesario saber cuáles eran!)


En el NT se incluyeron los libros que mostraban pruebas de autoridad divina. ¿Se podía vincular dicho libro con un apóstol? ¿Era coherente con otros libros bíblicos auténticos? ¿Se usaba y aceptaba ampliamente? Estas eran las preguntas utilizadas para identificar la autoridad y la confiabilidad de los libros del NT.


2. El NT se basa en fuentes confiables que se usaron con cuidado y se transmitieron con fidelidad.


La Biblia es similar a otros libros y, a la vez, diferente. Lucas explicó que había utilizado otras fuentes (Lc. 1:1-4). Jesús enseñó que el Espíritu ayudaría a los apóstoles a recordar lo que Él les había enseñado (Jn. 14: 25-26). Sostener que la Biblia es inspirada por Dios no descarta los elementos humanos que hacen al libro. ¿Cuáles son las fuentes y cómo se utilizaron? Los textos relacionados con Jesús subrayan el papel del testigo presencial como base de la tradición (ver Lc. 1:2). El testimonio apostólico aseguraba la credibilidad del relato. La distancia entre el hecho ocurrido y su registro no es grande; es menor que la vida de una persona, breve según los parámetros antiguos. Por ejemplo, los historiadores romanos del primer siglo, Livio y Dionisio de Halicarnaso relataron sucesos que habían ocurrido muchos cientos de años antes.


El judaísmo dependía de la capacidad de transmitir información precisa de una generación a la siguiente al relatar con fidelidad los acontecimientos. Esto no excluye la posibilidad de alguna variación, como resultado evidente cuando se comparan los relatos en los Evangelios o los pasajes paralelos entre 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, y 1 y 2 Crónicas. El judaísmo, y el cristianismo que surgió de él, era una cultura de memorias. La gente memorizaba largas oraciones litúrgicas y, con mucha frecuencia, se guiaba más por la memoria que por una página escrita. Cualquiera que le haya leído varias veces un libro a un niño sabe que su mente puede absorber grandes cantidades de palabras y retenerlas.


Por último, el texto bíblico que hoy tenemos refleja en esencia el texto producido originalmente. El NT cuenta con mejores pruebas textuales que cualquier otro documento de la antigüedad. La mayoría de las obras clásicas, como las de Platón, Heródoto y Aristófanes, presentan entre 1 y 20 manuscritos (mss.), mientras que el NT tiene alrededor de 5400 en griego (sin mencionar más de 8000 en latín antiguo), que podemos comparar entre sí para definir la redacción original.


3. Evaluar la confiabilidad significa comprender la complejidad de la historia.


Las diferencias en los relatos no necesariamente equivalen a contradicciones, ni el análisis subsiguiente implica negar la historia. Los acontecimientos pueden ser considerados desde diferentes perspectivas, sin que esto invalide la historicidad. Por lo tanto, las diferencias entre los cuatro Evangelios enriquecen nuestra valorización de Jesús, al ofrecernos cuatro enfoques de Su Persona; podríamos decir, cuatro dimensiones de Él. Evaluar tampoco es negar la historia. A veces la importancia de un hecho histórico (por ej., una jugada en un partido de fútbol) solo puede verse con claridad cuando tomamos en cuenta una sucesión de acontecimientos. La historia abarca tanto lo que ocurre como sus consecuencias. La confiabilidad simplemente afirma que el acontecimiento evaluado es un retrato preciso de lo que sucedió y una explicación creíble del resultado, pero no indica que sea la única manera en que dichos acontecimientos hayan sido percibidos.


4. La confiabilidad exige un conocimiento adecuado, aunque no exhaustivo, del tema.


Las fuentes son selectivas, aun cuando sean fidedignas. La biblia lo reconoce en Jn. 21:25: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir…”. Cuando decimos que las Escrituras son confiables, declaramos que su testimonio no es contrario a lo que ocurrió y que es suficiente para darnos una comprensión valedera de Dios y de lo que Él hace por nosotros (2 Ti. 3:16-17). Hacer un relato preciso no es lo mismo que hacer un relato exhaustivo.


5. La arqueología nos enseña a respetar el contenido de las Escrituras.


Es raro que la arqueología pueda demostrar que los hechos ocurrieron. Puede demostrar que los detalles de un relato, algunos de ellos circunstanciales, concuerdan con la época y el entorno cultural del texto. También muestra que debemos ser precavidos al señalar errores en la Biblia alegando que solo ella aporta ese dato.


Por ejemplo, en algún momento se cuestionaba la descripción en Jn. 5:2 de un estanque con cinco pórticos en Jerusalén llamado Betseda o Betsaida. Muchos objetaban su existencia, a pesar del amplio respaldo de la tradición. Las diferentes ortografías sobre dicho sitio en los manuscritos del NT reforzaban la inclinación a rechazar su existencia. En 1871 el arquitecto francés C. Mauss estaba restaurando un antiguo templo y encontró una cisterna a 30 metros de distancia. Posteriores excavaciones, entre 1957 y 1962, mostraron que se trataba de dos tanques de un tamaño suficientemente grande como para contener bastante agua y muchas personas. Hoy nadie duda de la existencia del estanque mencionado en Juan.


6. Los milagros que se registran en la Biblia son verosímiles cuando se toman en cuenta reacciones ante el testimonio de la resurrección.


Los sucesos de los Evangelios fueron registrados en vida de varias de las personas que declararon ser testigos de ellos. Quizás la prueba más importante de la resurrección sea la respuesta y la transformación de aquellos que dieron testimonio de ella. Los discípulos admitían abiertamente que no habían recibido instrucción formal y durante un tiempo prolongado se mostraron ineptos para responder a Jesús. Sin embargo, se convirtieron en líderes valientes. Se mantuvieron firmes frente a la amenaza de muerte y al rechazo por parte de los jefes judíos. Esto no sucedió solo con una o dos personas, sino con una cantidad de líderes que dejaron su impronta en la historia, entre los cuales se destaca Pablo, quien había sido uno de los principales perseguidores de la iglesia. Tanto Pedro como él, además de otros (como Jacobo, el hermano del Señor), murieron porque creyeron en la resurrección de Jesús.


Imagen: Cuevas de Qumran


Darrell L. Bock

Biblia de estudio Apologética

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