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Las invitaciones de Cristo


Una y otra vez la Biblia extiende al hombre la invitación para entrar en compañerismo personal con Dios y ser colega y socio en traer la redención a este mundo perdido y necesitado. Alguien ha dicho que la Biblia es un libro de invitaciones divinas al hombre, instándolo para que sea socio de Dios en su plan para redimir al mundo.

La primera invitación de Cristo es para descansar.

Jesús dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar" (Mateo 11:28). Desde el albor de la historia humana, cuando el Edén de felicidad se trocó en desierto de discordia, el hombre ha sido una criatura intranquila. Alejado de Dios, el hombre es un ser peligroso, indomable. Le falta la tranquilidad que tan sólo viene de Dios por medio de la gracia salvadora de Jesucristo. Sin Dios el hombre llega a ser "como un pez fuera del agua".

La epidemia actual del divorcio, del alcoholismo y de la inmoralidad es el resultado directo del carácter destructivo del pecado. Esta diabólica inquietud ha apremiado nuestro continente como una enfermedad contagiosa y ha llegado a ser la causa fundamental de los problemas domésticos, sociales y políticos. Este desasosiego espiritual que rige en la vida del pueblo hoy en día es la causa primordial de la inmoralidad en las naciones.

Jesucristo es capaz de resolver los problemas de las muchas personas célebres cuyos nombres aparecen en los periódicos por causa de dificultades matrimoniales. Si estas personas, afligidas por diferencias matrimoniales. Si estas personas, afligidas por diferencias matrimoniales estuvieran dispuestas a recibir a Jesucristo como su Salvador, no solamente recibirían el perdón de sus pecados, sino que Cristo les ayudaría también a resolver sus problemas. El amor entre los esposos que aparentemente se ha apagado podría ser reavivado.

Los psicólogos, que han estudiado cómo funciona la mente, confiesan que la psicología no es capaz de resolver todos los estorbos mentales y emocionales de la gente. Los sociólogos, adiestrados en el arte de la ciencia social, confiesan que la sociología no puede resolver los tremendos problemas en cuanto a las relaciones humanas. Varios caudillos políticos han señalado la decadencia moral en las Américas, pero no podemos menos que notar que ninguno de ellos indican cómo restaurar la integridad moral que las naciones necesitan urgentemente para evitar la destrucción. Muchos caudillos políticos han confesado en lo privado que no saben cómo hacer frente al dilema moral.

Por otra parte, actualmente hay una señal prometedora: multitud de personas se dan cuenta de su gran necesidad espiritual y moral. Muchas personas eminentes que antes eran cínicas hoy en día admiten que nuestros pueblos necesitan una transformación que los limpie del letargo, la decepción y la inmoralidad.

En mis viajes he percibido un desasosiego en casi cada esfera de la vida. Este espíritu de desasosiego, que se manifiesta de muchas maneras, se debe básicamente, a la separación entre el corazón humano y Cristo quien es autor de la paz. Miles de estas personas, que sienten y padecen su inseguridad, podrían hallar paz espiritual y descanso físico al entregar sus vidas a Jesucristo.

La Biblia dice: "Los impíos son como la mar en tempestad, que no puede estarse quieta, y sus aguas arrojan cieno y lodo" (Isaías 57:20).

"Por la mañana dirás: ¡Quién diera fuese la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera fuese la mañana!" (Deuteronomio 28:67)

Cada día tengo conversaciones con personas que están completamente confundidas; hombres ricos asidos por un sentido de inseguridad; hombres intelectuales que han perdido su camino; hombres fuertes que viven en el temor del fracaso y de la derrota. Me siento constreñido a tomar a cada uno de ellos por la mano y conducirlos a la presencia del Salvador quien dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar".

¿Por qué morir de sed cuando se está en la orilla de un lago? ¿Por qué vivir en una choza de miseria espiritual cuando Cristo promete una mansión de paz eterna? Escuche y acepte la invitación divina ahora mismo: "Venid a mi... que yo os haré descansar." Pero el descanso no es la única cosa que necesitamos. Otras invitaciones a ser felices esperan a las personas acongojadas que quieran seguir a Cristo.

Hay también la invitación al discipulado.

"Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres". Somos salvos a fin de servir; redimidos para llevar fruto espiritual, tomados en la red del evangelio para que lleguemos a ser pescadores de hombres. Durante una campaña, miles de jóvenes entregaron su vida a Cristo con el propósito de dedicar todo su tiempo al servicio cristiano. La juventud quiere aventuras; pero quiere algo más: desea algo en qué creer, una causa a la cual dedicarse, una bandera que seguir. La causa que necesita es la causa de Cristo Jesús; y la bandera es el estandarte que fue levantado en el monte del Calvario para la redención del mundo.

La invitación al discipulado debe inspirar a todo el mundo. ¡Imagínese! ¿No es un privilegio ser socio con Dios en la redención y la renovación del mundo? Jesús dijo: "Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará" (Juan 12:26).

El discipulado cristiano nos permite estar íntimamente asociados con Cristo y, al cumplir fielmente las gloriosas responsabilidades del verdadero discipulado, recibimos la aprobación y el favor de Dios mismo.

¿Quisiera usted hacer tesoros en el cielo? Entonces quítese la ropa que le estorbe, creyente indiferente, y póngase a trabajar en la viña del Señor. Hay oportunidades para trabajar en todo lugar. Algunos vecinos suyos necesitan a Cristo, sus hijos son todavía inconversos, sus colegas en los negocios han visto muy poco de Jesucristo en usted. Le invito en el nombre de Cristo a hacerse un eficiente pescador de hombres.

"Me intereso en esto", me dice, pero "¿Cómo puedo hacerme discípulo de Cristo?" La respuesta tiene que encontrarse en la Palabra de Dios: "Cualquiera que quisiera venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame", dice Jesús. Antes de que usted pueda seguir a Jesucristo y ser su discípulo, el egoísmo tiene que ser crucificado, para que Cristo sea preeminente en su corazón y vida.

Jesús dijo también: "Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos". El vocablo discípulo quiere decir uno que aprende, un alumno, un seguidor. La salvación puede ser instantánea, pero el discipulado es algo que aprendemos del gran Maestro, Jesucristo. Tenemos que conocer la palabra de Dios antes de enseñarla. De modo que, el segundo requisito para el discipulado es: permanecer en "mi palabra", y si esto lo hacemos llegaremos a ser verdaderos discípulos.

También de los labios de Jesús escuchamos: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos" (Juan 15:8). Si el yo está crucificado y el espíritu tiene dominio, necesariamente se verán los frutos del discipulado en nuestra vida.

Un verdadero discípulo de Cristo llevará el fruto del Espíritu, el cual es: "Caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza". Esto es producido en nuestra vida por el Espíritu Santo. Al someter nuestra voluntad a la voluntad del Espíritu Santo, él produce este fruto sobrenatural en nuestra vida. Las personas con quienes tenemos que relacionarnos de día en día verán que hemos estado con Jesús. Vamos a reflejar el carácter de Cristo. El secreto de una vida cristiana es: Cristo viviendo en nosotros y produciendo frutos.

Esto nos lleva a la tercera invitación: la de vivir en la presencia de Dios y bajo su dominio.

Jesús dice: "Estad en mi, y yo en vosotros". La salvación personal no es un encuentro ocasional con la deidad; consiste en morar con Dios. El cristianismo no es un pasatiempo; es una vocación permanente. David, regocijado porque su vida estaba en las manos de Dios, dijo en el Salmo 91: "El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente".

Si usted estudia bien este hermoso Salmo, va a descubrir que en Dios tenemos una morada permanente, y que toda la comodidad, seguridad y afecto que el corazón humano desea se encuentran en él.

Los psiquiatras modernos dicen que una de las necesidades básicas del hombre es la seguridad. Este Salmo nos asegura que en Dios tenemos la más grande seguridad. Escuchen: "no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues que a sus ángeles mandará cerca de ti, que te guarden en todos tus caminos..."

En mis viajes alrededor del mundo para predicar el evangelio, he estado acosado por chusmas airadas, he recorrido senderos peligrosos en la selva, he estado en tormentas en la mar, y he andado en calles donde cada ojo era hostil. En medio de mil peligros me he dado cuenta de la presencia protectora de Dios mismo.

Hace poco estaba preparándome para hacer un viaje al África. Alguien preguntó: - Con todas las dificultades y estorbos que hay en el África, ¿no tiene usted miedo? Usted va a uno de los lugares más peligrosos del mundo. Le contesté: - El Dios que ha sido nuestra protección durante muchos años nos ha de acompañar al África. Al irnos a África nos pondremos completamente en las manos de Dios, y confío que lo que suceda será la voluntad de Dios. Estoy convencido de que en contestación a las oraciones de creyentes alrededor del mundo vamos a presenciar un derramamiento inusitado del Espíritu Santo sobre nuestras campañas de evangelización en África.

Otra necesidad básica de la humanidad es el cariño. Otra vez dice David en el Salmo 91: "Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré: le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre". El que permanece en Dios es objeto del cuidado y amor divinos.

El mundo jamás ha visto un amor mayor que el de Dios manifestado en su Hijo Cristo Jesús. El corazón del mensaje evangélico se resume en estas palabras significativas de Romanos 5:8: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros".

¿Cómo puede alguien decir que no tiene un amigo cuando Cristo ha dicho: "Ya no os llamaré siervos,... mas o he llamado amigos"? A usted que lamenta la falta de cariño y amor en esta vida, le recomiendo a Cristo quien tanto le ama, que puso su vida en precio de rescate por usted. No solamente eso, sino que por la expiación que él hizo en la cruz, compró el favor de Dios para usted y ahora, por medio de él, puede recibir la gracia y amor de Dios sin medida.

Otra necesidad básica del hombre es pertenecer a alguien. Esta necesidad se satisface cuando nos entregamos a Dios. En las tres invitaciones que hemos considerado en este mensaje, vemos a Dios por medio de Cristo invitando a los pecadores a someterse a él e identificarse con él en la gran obra de redención y de renovación. Ningún club, ninguna sociedad, ningún compañerismo de ninguna clase en este mundo es de compararse con el privilegio de saber que usted "pertenece a Dios" y está identificado con él.

Estas tres invitaciones no son mías. Vienen directamente de los labios de Cristo mismo. Ningún hombre jamás ha hallado descanso completo en nadie aparte de Cristo. A las multitudes de trabajados, cargados y acongojados, él invita: "Venid a mi... que yo os haré descansar" ¿Quiere usted conocer descanso, gozo, paz, seguridad y amor? ¿Quiere usted experimentar lo que significa pertenecer? Entréguele su vida y su corazón completamente a Cristo. Yo le prometo que usted puede obtener paz con Dios, paz en el alma, paz en la mente, y un gozo que no ha conocido antes.

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- Tomado de la serie de mensajes "Jesucristo y la Cruz", predicados por el pastor Billy Graham. Séptima edición, 1983, Casa Bautista de Publicaciones.

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