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¿Cómo vencer la tentación? - Serie Lecciones de Vida



CÓMO VENCER LA TENTACIÓN


Decir que la vida está llena de pruebas y tentaciones es, como decía el cronista deportivo Howard Cosell “entender maravillosamente lo obvio”. Sin embargo, darse cuenta de que esas pruebas a menudo vienen justo detrás de nuestros mayores éxitos puede significar comprender la esencia misma de lo que hace la vida sea tan difícil.


Probablemente sea cierto que la manera como manejamos el éxito dice mucho, si acaso más, que la manera como manejamos el fracaso. En su aprendizaje de cómo vencer la tentación, José iba a ser desafiado con el éxito y las tentaciones que éste trae. Y además iba a demostrar que las lecciones de Dios estaban empezando a penetrar su joven corazón, el cual maduraba cada vez más.


En Génesis 39 vemos cómo la saga de la vida de José da un giro fascinante. Él se había convertido en propiedad de Potifar (37:36), quien era funcionario de Faraón y capitán de la guardia. Es aquí donde José, como siervo, iba a aprender a ser líder, con todos sus altibajos.


El poder del testimonio.


Potifar era capitán de la guardia (39:1). Los eruditos de la Biblia difieren en cuanto al papel que desempeñaba esa posición. Algunos dicen que era un celador, otros creen que era capitán de la guardia del palacio, y hay quienes dicen que era capitán de los verdugos. Lo que sí sabemos es que Potifar era lo suficientemente rico como para tener muchos siervos y esclavos (vv.11,14), y había añadido a José como parte de su colección. José se distinguía por ser un joven de habilidades y destrezas, pero luego se hizo evidente que esos talentos no eran la clave de vida. Génesis 39:2 nos da la verdadera clave: “Jehová estaba con José”. La presencia de Dios marcaba la diferencia.


Imagínese lo doloroso que debe haber sido la edad de 17 años, no sólo separarse de la familia y ser vendido como esclavo, ¡sino que lo hiciera su propia familia! ¡Qué fácil hubiera sido llenarse de amargura y de odio! (como lo hicieron sus hermanos). Pero eso no le sucedió a José. Aunque estaba lejos de casa, la presencia de Dios era muy real en su vida.


De hecho, ese es el tema de Génesis 39 (véanse los vv. 2-3,21,23), y eso causó un impacto dramático en Potifar. No pudo más que reconocer la presencia de Dios en la vida de aquel extraordinario esclavo. Imagínese lo sólido que tuvo que ser el testimonio de José para que Potifar, que era pagano, no sólo reconociera y admirara su carácter, sino que se le atribuyera a Dios y no a José.


Las pruebas a menudo vienen justo detrás de nuestros mayores éxitos.


El texto implica claramente que José no se amargó por lo que le hicieron sus hermanos, ni se sentía esclavo por sus circunstancias. Estaba contento en la presencia de Dios (cp. Hebreos 13:5-6 y Filipenses 4:10.13). No lamentó su desencanto, sino que se hizo útil allí donde estaba. Y Dios utilizó ese corazón de fidelidad y contentamiento.


Potifar reconoció la presencia de Dios en José (39:3), y convirtió al joven esclavo en el mayordomo de toda su casa (vv. 4-6). José supervisaba a todos los demás sirvientes, manejaba las relaciones públicas, supervisaba las finanzas, y era responsable de las provisiones de la casa (un adiestramiento muy valioso para la posterior asignación que recibiría). Todo lo que José tocaba era bendito. Tal vez diez años después de haber sido vendido como esclavo, José estaba en la cima del mundo. Y entonces era más vulnerable que nunca a la tentación.


El poder de la tentación.


Note las palabras finales de Génesis 39:6: <<Y era José de hermoso semblante y bella presencia.>> Era atractivo y tenía buen cuerpo. Entonces entra en escena la esposa de Potifar. ¿Y cuál fue su respuesta? <<Puso sus ojos en José>> (v.7). Ella se hubiera sentido en casa en los Estados Unidos modernos. Una encuesta reciente realizada por la revista McCall consultó a 60.000 mujeres estadounidenses, y los resultados fueron asombrosos: 47% dijo que pensaba que las relaciones sexuales premaritales eran aceptables, y 27% apoyaba las aventuras extramaritales. La esposa de Potifar tenía la misma mentalidad. Se sintió físicamente atraída a este joven y se le ofreció.


Observe la respuesta de José. Él rehusó las insinuaciones a causa de sus firmes convicciones. Esas convicciones no las adquirió de su padre Jacob, ni de sus hermanos, los cuales estaban llenos de odio, ni en las cortes del pagano Egipto. Esas convicciones las adquirió en presencia de Dios. No sólo luchó con la tentación, sino que tenía un plan de batalla que iba a seguir si ella seguía persiguiéndolo.


Tenía las preocupaciones correctas (vv.8-9)


Tenía la preocupación ética de que sus acciones no hicieran daño a los demás, en este caso a Potifar. Su amo le había confiado mucho, y José se negó a defraudar esa confianza por un momento de placer. Además miró más allá de lo inmediato, al final, reconociendo las consecuencias que ese pecado tendría en su relación con Dios (v.9). Tenía una preocupación espiritual porque comprendía que todo pecado es contra Dios. La oferta de un placer sensual no vale el precio que trae con ella.


Tenía la estrategia correcta (v.10)


Evitaba el contacto con ella. José se daba cuenta de que tenía que ser consciente de la seducción del pecado y evitar sus oportunidades. ¡Tenía que estar alerta! Es como la historia de un hombre que solicitó un trabajo de operador de telégrafo. Uno por uno, los solicitantes fueron a su entrevista, y uno por uno fueron rechazados. Finalmente le tocó a él el turno. Mientras respondía las preguntas del entrevistador, se distrajo con el ruido que el hombre hacía con el lápiz. Puesto que estaba alerta, los tradujo en puntos y guiones, le dijo al hombre lo que estaba enviando, y le dieron el empleo.


"José vio más allá de lo inmediato, al final, reconociendo las consecuencias que un pecado así tendría en su relación con Dios."


Tenía la ruta de escape correcta (v.12) Cuando la esposa de Potifar finalmente logró quedarse a solas con José, él corrió tan rápido y tan lejos como pudo, dejando sus ropas detrás. José hizo lo que no hicieron Sansón, David ni Salomón.


Huyó, manteniendo intactos el valor de expresar sus convicciones y su integridad. Es un ejemplo del consejo que Pablo dio a Timoteo: << Huye... de las pasiones juveniles >> (2 Timoteo 2:22). No coqueteó con el pecado, ni argumentó con él, ni razonó con él, sino que huyó de él.


A pesar del mal ambiente, la persistencia de la mujer y su limitado adiestramiento espiritual, José resistió. ¿Cómo?


* Reconoció que pertenecía a Dios.

* Reconoció el efecto que tiene el pecado en los demás.

* Reconoció que el pecado es un desafío a Dios.


El carácter piadoso de este joven seguía siendo moldeado. En un mundo perfecto ( o en un programa de TV de media hora), su compromiso hubiera dado como resultado que todo el mundo viviera feliz de ahí en adelante. Pero la vida real no es así.


La vida en un mundo caído raras veces recompensa la manera correcta de vivir.


El poder de la venganza


¿Has oído hablar de la furia de una mujer despreciada? José lo vivió. Él estaba gobernado por principios; ella, por la pasión. Y al verse rechazada, sus pasiones estallaron en ira. Ella tenía su propia estrategia: la venganza.


* A los hombres de la casa se les dijo una mentira sobre José (39:13-15). Esa fue la segunda vez que se utilizaron sus ropas para mentir sobre él.

* A Potifar se le dijo una mentira sobre José (vv. 16-18)

* A José lo encarcelaron de nuevo (vv. 19-20), y otra vez sin que lo mereciera.


Recuerde que Potifar puede haber sido el jefe de los verdugos. En el antiguo Egipto, la pena de adulterio era 1.000 latigazos, pero la pena por violación era la muerte. Es posible que Potifar supiera que su esposa estaba mintiendo. Cuanto menos, sabía que esa acusación no encajaba con el carácter del joven. Pero como quería desesperadamente guardar las apariencias, tuvo que hacer algo. Por eso encarceló a José.


José terminó en la cárcel por hacer lo correcto. Nosotros protestamos diciendo: <<¡No es justo!>> Y es verdad. Muchas veces la vida no es justa, pero nuestra responsabilidad es hacer lo correcto y dejar las consecuencias a Dios.


¿Y José qué? Él respondió debidamente a su esclavitud y a su tentación. ¿Cómo respondería a su encarcelamiento?


La presencia de Dios


Una vez más halló consuelo en la presencia de su Dios: <<Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia...>> (v.21). Hubiera sido fácil preguntar: <<¿Para qué ser bueno y hacer lo correcto si voy a terminar aquí?>> Pero José no hizo eso. Descansó en la presencia de Dios y Dios lo bendijo, incluso en la prisión (vv.21-23).


Una vez más, José empezó a aprender lo que significa vencer. Estaba aprendiendo de los dolores, problemas, peligros y pruebas de la vida. Todas esas cosas se ven bien enfocadas cuando las vemos a través del lente de los propósitos soberanos de Dios. Entonces podemos confiar en su voluntad y conocer su misericordia.


El carácter de José estaba en construcción, y él estaba siendo moldeado por la adversidad, castigado por los hombres y honrado por Dios. Génesis 39 termina tal como empezó: con José en cautiverio. Pero en todo aquello, su sólida fe en el control de Dios lo había ayudado a vencer.


Serie: José. Cómo vencer los desafíos de la vida

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